Por: Bolivar Perigault Sánchez.
Inicio esta entrega con este sugestivo título del poema
de la gran poetisa Diana Morán ícono del nacionalismo en la literatura por
considerar que la Patria sigue siendo soberana y su presencia sigue latiendo en
las mentes y en los corazones de cada panameño.
Panamá ha sido honrada este 9 de enero al cumplirse 50
años de la gesta patriótica que se convirtió en el detonante de una bomba de
tiempo que estalló en sus entrañas desarraigando las ataduras coloniales que
nos oprimían desde la firma del fatídico Tratado de 1903.
La lucha panameña por la recuperación de la soberanía en
esa franja de tierra fue la sumatoria de un esfuerzo generacional que aglutinó
al movimiento estudiantil y popular desde
los primeros años de la mala administración zoneita de esa parte de nuestro
territorio. Ello trajo como consecuencia, a lo largo de varias décadas, un sin
número de marchas, manifestaciones y enfrentamientos que, finalmente, sumaron
al gobierno hasta concretar la firma del Tratado Torrijos-Carter, con el cual
recuperamos la posesión soberana de nuestro canal y con él, nuestra dignidad y
la compactación de nuestra identidad nacional.
Para el logro de este objetivo, el Ministerio de Educación,
siguiendo una política de Estado, instituyó en los años 70, la Cátedra de
Relaciones entre Panamá y los Estados Unidos, lo cual permitió que nuestros
estudiantes conocieran, analizaran e interpretaran los diferentes sucesos
históricos que nos vinculaban con el país norteño por causa del Canal. Fue así,
como el conocimiento de nuestra historia fue moldeando ese sentimiento de
Patria en aquellas generaciones.
La memoria histórica de la Patria no se puede ni debe
descuidarse porque entonces corremos el riesgo de perdernos en el abismo de la
ignorancia. Muy por el contrario, hoy nos encontramos con un Ministerio de
Educación carente de una política de Estado y con fuertes intenciones de
intentar borrar nuestra memoria histórica al eliminar dicha cátedra y/o
disfrazarla con otros contenidos curriculares, acción esta que ha sido
catalogada por prestigiosos docentes como un delito de lesa Patria, toda vez
que a través de dicha materia, históricamente, los docentes lograron incentivar
el sentimiento patriótico y el fervor nacionalista que siempre nos ha
caracterizado como institutores con un alto sentido de pertenencia y de
identidad nacional.
Los intentos permanentes de la ministra de turno por
intentar acallar las voces juveniles de los institutores con diversas acciones
como la de suprimir las organizaciones culturales, el perseguir y finalmente
expulsar a los líderes estudiantiles, y una constante animadversión a todo lo
que huela a Patria en este plantel educativo, que culminaron con el atropello y
la invasión de su gendarmería al glorioso Nido de Águilas, le han granjeado entre
los aguiluchos, diversos motes tales como: “persona Non Grata” , “la ministra
doberman” y “enemiga Número 1” del Instituto Nacional de Panamá, entre otros.
Sin embargo, el masivo respaldo de todas las generaciones
de institutores y del pueblo panameño durante la conmemoración de los 50 años
de la gloriosa gesta de 1964, dejaron al
descubierto – alto y claro- la Soberana
Presencia de la Patria expresada en los millares de compatriotas que reconocen
el hecho cierto de que si hoy somos soberanos y hemos recuperado nuestro canal,
eso se lo debemos a esos valerosos jóvenes que ofrendaron sus vidas con
dignidad y honor, escribiendo la página más gloriosa de nuestra historia con
letras de oro, construyendo así para la eternidad, tal cual como lo sentenció
el gran filósofo Emerson.
En esta primera entrega quiero exhortar a las autoridades
del Ministerio de Educación para que intenten enderezar los senderos en materia
educativa y, de una vez por todas, se sumen a la idea de Patria que tiene el
pueblo. Se hace imperativo, entre otras acciones, retomar el estudio de las relaciones entre
Panamá y los Estados Unidos, como herramienta para fortalecer nuestra memoria
histórica. Recordemos que los ministros pasan y el Instituto Nacional de Panamá
permanece y permanecerá incólume, como hasta ahora, ante los esfuerzos de sus detractores y
pésele a quien le pese, continuará en su fecunda labor educativa de formar
ciudadanos con un alto sentido de pertenencia e identidad nacional, siempre
comprometidos con los mejores intereses de la Patria.
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