- Mar Alzamora-Rivera forma parte de la nueva generación de poetas empíricos que sin prepararse en talleres de creación literaria, lograr abrirse paso en la creciente pasión del panameño por la escritura.
- Conversó en exclusiva con los marinos de la Fragata Cultural, y nos confesó que muy pronto incursionará en el mundo del cine escribiendo guiones.
Por: Luis Flórez Karica.
"En las pequeñas cosas están los grandes detalles de la vida". Esta es la frase predilecta que siempre utiliza mi ex-profesor de economía (ahora amigo personal) antes de transmitirme un consejo de vida en las tertulias improvisadas y enrojecidas por litros de vino. El profesor Palacios dice: "Ponle cuidado a las cosas pequeñas, por más insignificantes que parezcan, pues en ellas encontrarás los grandes detalles de la vida". Vaya que tiene razón.
En el stand del Instituto Nacional de Cultura, uno de los tantos que se encuentran marinando en el "mar de conocimientos" de la Novena Feria Internacional del Libro, nos encontramos quizás con la obra literaria más pequeñita del evento. Al recordar las enseñanzas de mi maestro, rápidamente me detuve, lo tomé, y pregunté: ¿Cuanto cuesta?
Lo que aconteció después fue un cúmulo de información valiosa y sensaciones agradables, pues tenía en mis manos la primera publicación de Mar Alzamora-Rivera, una obra denominada "El día que no tuvo noche". El pequeño libro consta de poco menos de 50 páginas y sus versos se diseminaron rápidamente en el mapa sensorial de mi ser inconsciente.
Ella nos confesó que es una poetisa empírica, pues nunca se ha preparado para escribir, lo que me parece fabuloso, pues aunque existan parámetros para el género, los poetas deben limitarse a escribir sentimientos y sensaciones, y esas cosas no se aprenden... se viven... se perciben.. se sienten...
La pureza poética de la obra "El día que no tuvo noche" es muy bien explicada por Salvador Medina Barahona, quien en la contraportada del libro relata: "Versos surgidos tras el vaivén de la pérdida, y tallados bajo la estricta supervisión de la soledad, son estos que conforman El día que no tuvo noche, primer libro de Mar Alzamora-Rivera. Su palabra poética ha traído goce de lo difícil y ha dado re-significación a la ruptura. Lejos están los días en que la heroína vive de hazañas amorosas; pero han llegado a nosotros hechos arte, bella pulsión de lo imposible, energía cinética que deviene en reencuentros airados o en búsquedas de identidad personal que sirvan de sustitución del recuerdo. He aquí una hermosa paradoja: Que se cante desde lo sin voz; que se ame desde lo que ya dejó de latir. Se mueve en estas páginas un idioma sagrado, de esos que articulan los amantes luego de sobrevivirlo y olvidarlo todo. Hay en ellas restos de pólvora que se parecieran reunirse bajo un sol de mediodía, arsenal de luz a punto de estallarnos en la cara".
Mar Alzamora-Rivera nos entregó la "Pequeña Gran Obra" de la Novena Feria Internacional del Libro, con un valor agregado e inesperado: la sonrisa más hermosa de todo el Centro de Convenciones Atlapa y un club de libélulas que me persiguen hasta los confines más recónditos de lo que falta por conocer.
Desde los mares panameños, tras el timonel de nuestra Fragata Cultural, presento para toda Iberoamérica a Mar Alzamora-Rivera, y su conjunto de versos que al mezclarse se denominan "El día que no tuvo noche".
Aquí junto a la nueva poetisa panameña. |
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