- Del viejo feminismo y sus luchas hemos girado a la nalga-cultura; una filosofía hedonista que subyuga la mujer tratándole, y dejándose tratar, como perra.
Docente Universitaria y Psicóloga.
Nuevo Milenio. Siglo XXI. Bitácora Feminista: La sociedad puertorriqueña se contradice en su evolución social y se repliega en movimientos involutivos. Aunque hubo progreso en el acceso femenino a la educación, política y empleo, no podemos ignorar el fracaso en otras dimensiones. Sus condiciones personales son tan precarias como antes. La cultura machista se ha re-configurado ahora en una de sexo-cultura que promueve la ilusión de la sexualidad como panacea divertida sin compromisos ni consecuencias entre muchos menores de edad.
Por siglos, fuimos cualquier “cosa” menos un ser con derechos y valor propio. Éramos “cosas” porque la percepción social generalizada nos definía como objetos, instrumentos, adornos o estorbos. Esclavizadas, abusadas, violadas, humilladas, asesinadas,… toda forma de negligencia y maltrato abierto era permisible en ausencia del reconocimiento de su ciudadanía, personalidad, constitución y derechos.
Movimientos de lucha social para la reivindicación de la mujer fueron trabajados por siglos hasta llegar al XX donde finalmente se lograron importantes cambios que impactaron positivamente nuestra sociedad en asuntos como el sufragio femenino, derechos laborales, leyes contra la discriminación, acoso y abuso sexual, derechos de maternidad, educación y el desarrollo como personas.
Pero algunos fenómenos sociales de este nuevo milenio revelan procesos confusos que dejan perplejas a muchas. Tras siglos de lucha por eliminar el abuso sexual de la mujer, ahora resulta que ellas voluntariamente se colocan de espaldas al hombre para mover sus caderas sobre sus genitales bailando un perreo de moda que les coloca como tal bajo el registro visual y táctil del varón. Las cadenciosas bailadoras eróticas, muchas aún sin pleno desarrollo púbero, alegan que es su voluntad sin comprender las formas sutiles en que la presión social las lleva a doblegarse públicamente como objetos sexuales.
Llama la atención cómo la mujer es reducida, anatómica y psíquicamente, a nalgas, ano y caderas en contactos fortuitos realizados en bailes donde ella está de espaldas sin contacto visual con un “simulador” de turno para una fingida penetración anal. Ese intercambio no requiere palabras, presentaciones, ni contacto de miradas. Es una dramatización que sexualiza la interacción, indiscriminada y fugaz, sin que medie reconocimiento de otras dimensiones de los participantes.
Este baile promueve la relación anal, que no tiene nada de malo entre adultos concientes y consentidores, como postura idónea para evitar los embarazos concentrando en el placer sin pasar el trabajo de mirar la cara de la mujer. Ella mira la pared siendo repetidamente golpeada por los genitales masculinos mientras el auditorio estimula a porras el baile. Es una forma de azote gratuito, sexo duro, fetichista, voyerista y despersonalizado.
Cuando miro los vídeos en la Internet de escolares perreando no puedo dejar de evocar imágenes de mujeres que públicamente fueron violadas por amos, capataces y dueños de tierras sin que el hombre tuviera que responder por sus acciones. Que me perdonen las jóvenes que perrean pero ese referente histórico asalta mi mente y no me parece entretenido jugar con fuego para luego lamentarse de ser víctima sexual.
Las luchas feministas se hicieron para evitar, precisamente, esos desgraciados eventos pero las violaciones sexuales no se detienen, ni tampoco los feminicidios. La violencia de género ya es un problema de salud mundial a nivel epidémico según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Puerto Rico no se queda atrás.
Del viejo feminismo y sus luchas hemos girado a la nalga-cultura; una filosofía hedonista que subyuga la mujer tratándole, y dejándose tratar, como perra. No solamente fetichiza el sexo sino que se le despersonaliza y deshumaniza. Desde los 60’s ya sabíamos que la liberación sexual, por sí sola, no garantizaba el pleno desarrollo del ser humano.
¡Qué dirían tantas mujeres violadas y asesinadas del pasado si pudieran ver esta “modita”! ¡Qué duro es reconocer que el machismo sobrevive y se disfraza con el nuevo vestido del perreo proclamándose vencedor sobre la mujer del nuevo milenio manteniéndola como objeto-muñeca, pero ahora gratuita y voluntaria!
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